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Literatura. Émile Zola. “La Obra”. Dramático almuerzo sobre la hierba

 

Émile Zola. (1868). Manet

Émile Zola. (París, 1840-1902). Hijo de un fugaz ingeniero veneciano, y de una complicada francesa, pronto, se quedaría huérfano, y así, se trasladará con la familia, a Aix-en-Provence, Fatigados desde entonces económicamente, pudo esto, influir negativamente, en el poco aprovechamiento de sus primeros estudios. Mal estudiante abandonó tempranamente las aulas.

Con 19 años Zola, regresa a París, donde realiza sus pobres estudios de bachiller, luego suspendidos; así, su mala situación económica, y el poco aprovechamiento de sus estudios reglados, favorecería, pronto, un primer empleo como dependiente de librería; tenia, 22 años de edad. Ėmile precoz, ya se pone a escribir, y publica artículos en diferentes diarios. Desde entonces escribe novelas.

En 1870, con 30 años de edad, se casa. En 1878, y adquiere una vivienda en Medán, que con el tiempo acabaría convertida, en un lugar de reunión, para él, y sus amigos, entre los cuales se encuentran, escritores, pintores, escultores…, entre otros, Manet, Maupassant, Flaubert, o Cézanne. Desde 1897, Se implica en el caso Dreyfus, apoyando la causa de los judios franceses, con el famoso “Yo acuso”, artículo periodístico de gran repercusión mediática.

Escritor prolífico, es creador de más de 40 novelas, (ensayos, y obras de teatro). Entre la cuales citaré algunas como, Germinal, El Sueño, La Bestia Humana, El dinero. Pero, ahora nos detendremos en “La Obra” publicada en 1886.

Como hemos visto anteriormente, es amigo de pintores, que hoy, son estudiados, y ocupan un destacado lugar en la historia, del arte universal, de ese habitual trato, tomará apuntes, para lo que posteriormente, será considerada como una novela autobiográfica. También se le atribuye a La Obra, su enemistad con Cézanne (precursor del impresionismo), al sentirse reconocido este (Zola), en el actor protagonista de la obra, Claude Lantier, un pintor atormentado, finalmente destruido y consumido, en pos de una quimera.

Le Déjeuner sur L’Herbe. (1863). Manet. Musée. d’Orsay. Parīs.

En “La Obra”, también cobra importancia Le Déjeuner sur L’Herbe. Almuerzo sobre la Hierba, la aclamada obra maestra, del genial Manet.

Así, con soltura, (como veremos). Zola, describe, algo, que ocurre con frecuencia, cuando se trata de seleccionar, cuadros para cualquier concurso de pintura; donde un seleccionado jurado, valora las obras, a concurso, tal vez ahora tristemente inválidas, como abandonadas, y generalmente, tratadas como simples objetos desalmados; juzgadas, desposeídas, de calma, y detención; expuestas sobre un caballete, o simplemente apoyadas en la pared.

Intrigas, que son mudas testigos de manejos, celos, intereses, recomendaciones; deudas y amistades. iHagan juego señores! Las obras ahora están en manos, de algunas, con las cartas marcadas.

LA OBRA. NOVELA. 1886

Dio un terrible campanillazo.

-Vamos señores, ya casi está… un poco de buena voluntad, por favor.

Por desgracia, apenas pusieron los primeros cuadros en el tablado, hubo otro contratiempo. Una tela entre todas atrajo su atención, de tan mala como le parecía, de un cromatismo tan áspero que hacía rechinar los dientes; y, al bajar la vista, se inclinó para ver la firma murmurando:

-¿Quien ha sido el cerdo que…?

Pero se levantó al punto, impresionado al haber leído el nombre de uno de sus amigos, un artista que era el bastión de los sanos principios. Confiando en que no le hubiera oído, exclamó:

-iMagnífico!… El número uno, ¿no, señores?

Y le concedieron el número uno, la admisión que daba derecho a los honores del cimacio. Sólo que se reían, se daban con el codo. Él se sintió muy herido por ello y adoptó una actitud hosca.

Pero todos hacían lo propio, muchos se desahogaban al primer vistazo, para luego, una vez descifrada la firma, corregir lo dicho; lo cual los acababa volviendo prudentes, les hacía arquear los hombros y cerciorarse del nombre con mirada furtiva, antes de pronunciarse. Por otra parte, cuando pasaba la obra de un colega, alguna tela sospechosa de ser de un miembro del jurado, se tenia la precaución de hacerse una señal de advertencia a espaldas del pintor:<<iCuidado con meter la pata, que es suyo.!>>.

Literatura. Émile Zola. “La Obra”. Dramático almuerzo sobre la hierba

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