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Marlene Dietrich. Glamour en Hollywood. Despiadada ambición

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Marlene Dietrich. Glamour en Hollywood

Berlin 1901. París 1992 a los 90 años.

Actriz y cantante alemana que adoptó la nacionalidad estadounidense en 1937, dos años antes del comienzo de la segunda guerra mundial.

Participa en 1930, en la primera película sonora europea, El ángel azul.

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Cartel de la película El ángel azul. 1930

En esta película dirigida por Sternberg (del que fue amante y con el que rodó en diferentes ocasiones), interpreta a una cabaretera en un antro de mala fama; en ella la guapa y morbosa actriz, seduce a un profesor cincuenton, y lo arrastra hasta su total destrucción.

Marlene Dietrich, llegó a Hollywood en 1930, y se hizo la reina de los Estudios Paramount.

Las anecdotas que le contaban a «La Marlene» sobre el ambiente de la época del cine mudo (que ella también vivió) la hacían soñar; soñar, con aquel ambiente lujoso y brillante.

Soñaba siempre con aquellos enormes automóviles semejantes a enormes cucarachas de cuatro patas,  en los que viajaban seductores…, atractivos hombres y hermosas mujeres. Donde flotaba el dinero y la clase; aquellas grandes bestias de elegante chapa negra, que relucían como el charol a la luz radiante y lechosa, de la romántica luna en una agradable,  y clara noche de verano; aquellas maravillosas maquinas, que no olían a estiercol, sino a dulce éter, a picante sensualidad, y cálido cuero… (borrachera acida); tierna, y eterna seducción.

Ella quería eso, y lo tendría… Poco antes de morir en su lujosa vivienda en París, le dijo a un amigo que la acompañaba en tan duro e inevitable trance:

– «¿Lo quisimos todo, y lo conseguimos ¿no es verdad?»

Hollywood bullía en delirantes fiestas que terminaban a las tantas de la madrugada y,  a las que acudían los actores y actrices, que agotados al día siguiente, llegaban tarde al rodaje, o lo que es peor, no podían llegar, a causa de los excesos de la noche, el alcohol, el tabaco, y otras sustancias dopantes más sofisticadas y brillantes, como lo es, la excelente cocaina «Ala de mosca» (así llamada por su pureza, y por los cristalinos irisados que la forman), que circulaba pulcra, en ordenadas rayas paralelas, sobre nuevas bandejas de pulido, clásico, y frio acero brillante.

LOS TIEMPOS DEL CINE MUDO DE LA MÁGIA Y EL GLAMOUR

En los añejos tiempos del cine mudo acudían las orquestas a tocar en directo a los estudios de grabación; mientras se representaba la escena, los actores movían los labios como si hablaran.

En esta época el sexo era tabú. «Tenemos que hacerlo con los ojos» llegó a declarar Mae West…

¡Ellas hacían soñar y se llenaban los cines!  Era una época dorada, y de fondo un decorado en blanco y negro.

Marlene Dietrich poseía Glamour, (Encanto sensual que fascina).

Glamour, también ha sido definido como «un hechizo mágico y oculto» y es ese lado oscuro y misterioso lo que tanto explotaron sus agentes de marketing.

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Con su aire de femme fatal, fría, inaccesible, maestra irónica e iconica de la elegancia; puso de moda el pantalón a lo femenino. Tenía unas piernas de vértigo. Las revistas de moda se la rifaban. En cuanto a la dudas sobre su condición sexual, fue alentada al incluir en su vestuario el uso de pantalones; prenda de vestir que  hasta entonces solo utilizaban exclusivamente los hombres; este hecho, fue convenientemente explotado por sus managers para traducirlo en moneda de curso legal; en billetes verdes con la efigie del presidente americano.

MARLENE

¡De la enigmática fascinación de tu fría mirada, que hiere!

Tirana, de hielo…

Allí en el fondo…

En el silencio congelado

Quema, la piel tozudamente,

Daña los dedos desnudos

Como una imponente y lisa pared

Blanca

Tomás Bartolomé

EL CABARET. LA SALVA DE SI MISMA

Después de sus  grandes éxitos en Hollywood, (llegó a hacerle sombra a la Garbo). ¿No sería un montaje, también, su rivalidad?; comenzó una gira como Actriz de Cabaret hasta su retirada. Siempre el Cabaret, y también siempre, su canción, aquella bella y triste canción…

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¡Que no paré el espectáculo, cantaré…, Lili Marleen

Marlene Dietrich, vivió los últimos años de su vida casi sin salir de casa; aunque son legendarias las astronómicas facturas de teléfono que pagaba, (unos 3000$ mensuales en los años noventa) Le gustaba la política y hablaba a menudo con algún Presidente de Gobierno (Reagan, Gorvachov).

María Riva, su única hija, le dedicó en una entrevista, estas reveladoras palabras:

– «Mi madre fue, una persona fría, solitaria y manipuladora, que nunca conoció el amor y, a la que nunca extrañé  porque nunca la tuve»

Este grave rasgo de la personalidad de Marlene Dietrich, apuntado por su hija; nos lleva a pensar en una pobre y distante mujer; una gran artista; que padeció en su vida serios problemas emocionales. Para nosotros que por fortuna no la tratamos, Marlene Dietrich, quedará para siempre como un mito; como un gran icono de la cinematográfia universal. Una estrella elegantemente glamurosa en unos  tiempos dorados para el cine y, por ende para los actores y actrices del siempre seductor  «séptimo arte en blanco y negro».

Marlene Dietrich. Glamour en Hollywood. Despiadada ambición disfrazada de elegancia.

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