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Fernande Olivier. Sombreros, perfumes…, y Picasso

Fernande Olivier. París 6 de junio de 1881. París 29 de enero de 1966 con 84 años

Alta, pelirroja, soñadora, hermosa

Modelo, Pintora. Secretaria. Gerente. Astróloga. Dependienta. Escritora

Realizó estudios de magisterio. También quiso ser actriz. Hija de madre soltera, fue criada, por la hermanastra de su madre, que poseía un negocio de flores artificiales, y plumas para sombreros. Fernande Olivier en su adolescencia, vivió situaciones horribles, con solo 18 años, y pillada infraganti, la casaron embarazada, con Paul, un animal, que se apellidaba irónicamente, Percherón; maltratador dependiente de comercio, de él, soportó violaciones, y abusos, era una especie de enfermo, del que perdió, el hijo que esperaban, en el quinto mes.

En 1900 Fernande finalmente harta, abandonó definitivamente a Percherón.

Fernande Olivier. Posando como modelo fotográfica

Mientras tanto, ella, ya había tenido diferentes aventuras en busca de amantes. Modelo… En esta época de su vida (1905), posa para unos explendidos retratos de Van Dongen. También es amante del pintor, Joaquim Sunyer… Y entonces, conoció a Picasso. Ella tenía 23 años, y él 22, corría así colándose implacable, el temprano siglo rabiosamente nuevo. Sucedió en 1904.

Fue entonces el nuevo siglo, testigo de la lucha, de la dura fiebre del artista, por romper de una vez por todas, el naturalismo y su consabido retrato, al uso. Juntos, comenzaron, a vivir celosamente en verano de 1905, su hogar, fue el sucio y destartalado estudio del pintor en el Bateau Lavoir…, solo 4 años después, vivirían perfectamente acomodados en el Boulevard de Clichy, casi, como 2 perfectos burgueses.

Fernande Olivier. (1905). Kees Van Dongen

Él acomodado, ya no le permitiría volver a posar para otros. Ella, enamorada, desconcertada, y duramente encerrada, se adaptó indolente, pues él, también la quería. Entonces, se impuso para Fernande, un nuevo estilo de vida. Le admiraba y fue su prisionera, Picasso, se encargaba de la intendencia doméstica, mientras que ella, laxa e indolente, leía, tomaba te, pintaba, y posaba exclusivamente para el posesivo y vicioso, minotauro español, de mal francés.

Picasso, enamorado a veces era empalagosamente dulce, pero también, atizado, calculador, y activo, y la quería  para ėl solo. Cortejada con dulce encono, la sitia obsesionado, con furia y machismo. Fernande, remilgada, guapa, pero con escaso bagaje educacional, y ya escarmentada, no se fía, y asustada, le propone solo amistad. Él sabe que pronto, será solo suya, y mientras arde apasionadamente, ataca con furia sus lienzos. Sabe desenvolverse muy bien cuando le interesa, y arteramente, teje artificiosamente, su tantas veces representada, tela sucia de araña enamorada.

Fernande Olivier y Pablo Picasso en Montmartre. 1906

En el caluroso mes de agosto del 1905 parisino, el estudio se encuentra, lleno de basura y excrementos de gatos, cuando ellos, (llenos de fantasmas impregnados), se aman apasionadamente por primera vez, con la dulce y soñadora sutileza del gomoso opio, como telón de fondo. Pocos días después un abrasador domingo, enamorados, trasladan los pocos enseres que posee Fernande, en un gran baúl negro, propiedad del priapo mediterráneo.

Mientras pasan estrecheces económicas. Una nueva vida comienza para Fernande… Ella duerme, Picasso trabaja toda la noche.

Luego como fue demasiado pronto habitual, anidó en ellos la desconfianza, y acostumbraban a discutir a menudo, por los lunáticos celos, del que conociéndolo todo, todo lo teme. Y los dos sabían bastante de eso. No tenía permitido salir de casa sola, cuando él salía a la calle, a menudo, la dejaba encerrada bajo llave, con sus libros, su te, la basura, los perros, los gatos, y la mona. Picasso, se encargaba de la compra y la limpieza, pero raramente adecentaba, solo a veces, para abrir aunque solo fuera, un estrecho pasillo por el que transitar.

Pasaban necesidades. Sin embargo, la suerte les sonrío

Unas ventas de Picasso, felizmente les proporcionaron algún dinero; la pareja viajó a España, en 1906, un par de semanas. Después de visitar Barcelona, parten pronto hacia Gósol, un pequeño, pueblo pirenaico, cerca de Andorra, donde el artista quiere pintar. Es allí donde con extraña pureza, mezcla, clasicismo y modernidad, su sensual espíritu se siente libre, y puede pintar a sus anchas. Y disfrutar pintando.

Pero una desgracia aparece súbitamente en Gósol para precipitar, dramáticamente, su marcha en este cenit veraniego. Fallece de tifus, una pequeña niña ( la hija del contrabandista Fontdevila), que recientemente posó para él, solo tenia 10 años, y la tela de su retrato aún estaba fresca. Como repentinamente fresca era ahora la depresión, la dolorosa herida, que le hizo salir raudo de aquella idílica ladera que dulcemente, se asomaba al valle, y regresar enfermo al horno parisino de su estudio.

Fernande no podía ser madre, y un día se acercó al orfanato, pues se encaprichó de una niña de 8 años y la adoptó. Pero pronto se cansaría admitiendo su nula predisposición maternal, por lo cual la chiquilla acabó finamente en casa de una vecina que era portera. En la primavera de 1907, Picasso se encuentra pintando nada menos que, Las Señoritas de Avignon, y ya en septiembre, está pensando en terminar su relación con Fernande, mientras tanto, ella, siendo consciente de este fatal hecho, está desesperada pues piensa que la situación no tiene arreglo, según lo que Pablo le ha comunicado. Entonces, perdida, nerviosa y desorientada busca donde residir y encuentra un modesto alojamiento, a la vez que retoma la relación con su tía… Mientras tanto, da clase de francés a Gertrude Stein.

Retrato de Fernande Olivier. (1905). Picasso

Picasso y Fernande se reconcilian y vuelven en noviembre de 1907

Sin embargo. Quedaba asentada la indefinible sima de sus, mientras tanto, relaciones en el entreacto. A si pues volvieron, y en 1909 viajaron de nuevo a Barcelona y también a Horta. Fernande estaba ilusionada, pero Picasso por el contrario se centró sobre todo en su pintura, con egoísta pasión y necesidad, pero siempre en una excluyente carrera eterna, de la que todos deberíamos saber de antemano, quien será el perdedor. Fernande no entendía el cubismo y esto tampoco ayudaba. Junio y julio se sucedieron, y al final no pudiendo aguantar más, cayó enferma, de una enfermedad renal, o tal vez veneréa, algo no tan infrecuente, aquellos años, aún sin penicilina.

Tienen que regresar a París, donde se recupera, y abandonan su residencia en el Bateau Lavoir, mudándose, a un piso del Boulevard de Clichy. Las cosas materialmente han avanzado mucho. Pero no hay nada que hacer con Picasso, el fauno trabaja por la noche, duerme hasta tarde, y no quiere que nadie toque su basura. Habla poco y trabaja mucho. Alguna vez van a ver a sus amigos o los reciben en casa. Hay algo de abismo en él, que ella no puede entender del todo, a ella le gustaría que hablaran más de sus pasiones, por ejemplo, la de los perfumes, en los que ha menudo gasta  mucho, o tal vez, de sus estupendos sombreros, y felinas pieles. Ademas, a veces le exaspera su rudeza y su mal francés, hablado y escrito. Tampoco soporta la prioridad de su trabajo, y entonces cansada, decide huir con un futurista pintor italiano. Hecho, que el pintor malagueño, no le perdonaría jamás.

Cuando, al tiempo, apurada regresa, nerviosa, comprueba desesperada, que el piso que habían compartido, (Picasso, vivía ahora en el Boulevard Raspail), está medio vacío, y que él, no está.

Repose. (Fernande Olivier). Picasso. 1908

Eve Gouel la nueva pareja de Picasso, apareció en escena a principios de 1912, cuando la relación Picasso/Fernande hacia ya mucho tiempo que no marchaba.

La morena, pequeña, y ordenada, Eve, y Picasso, mientras tanto son felices. Hogareña y ordenada, no se mantuvo al margen de las finanzas y del estilo pictórico de él, y escoró todo ello más hacia su convencional y funcional criterio, y la verdad es que en los 4 años que vivirían juntos, (fallecería de cancer en 1915) se entendieron, lograron una estabilidad, que ambos deseaban, y que benefició, al artista, y a los precios de sus obras. En 1913 mudaron, a un nuevo domicilio, donde la paz era mayor y el estudio del pintor poseía más espacio y mejor luz.

Casi 20 años después de acabada su relación, Fernande Olivier, basándose en sus diarios, publicaría sus vivencias con Picasso. Molesto, el malagueño, pagó un millón de francos, para que mientras ambos vivieran, no publicara nunca, nada más, sobre ellos.

Fernande Olivier. Sombreros, perfumes…, y Picasso

Fernande Olivier. Fernande. Olivier. Picasso. Arte