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Charles Baudelaire. ¡Ya! “El «Spleen de París». Pequeños Poemas en Prosa»

 

Baudelaire. Foto vía internet.

CHARLES BAUDELAIRE

El «Spleen de París» o los «Pequeños Poemas en Prosa»

«¡YA

Por cien veces había salido ya el sol, radiante o entristecido, de la inmensa cuba del mar, cuyos bordes apenas se dejan entrever; por cien veces se había vuelto a sumergir, centelleante o taciturno, en su inmenso baño de la noche.

Desde hacía muchos días podíamos contemplar el otro lado del firmamento y descifrar el alfabeto celeste de las antípodas. Y cada uno de los pasajeros gemía y gruñía. Se hubiera dicho que la proximidad de la tierra exasperaba un sufrimiento.

– ¿Cuando (decían) dejaremos de dormir un sueño sacudido por las olas, turbado por un viento que ronca más intensamente que nosotros? ¿Cuándo podremos comer una carne que no esté salada, como el infame elemento que nos lleva? ¿Cuando podremos hacer la digestión en un sillón inmóvil?

Los había que pensaban en su hogar, que añoraban a sus fieles y freaticas mujeres, y a su chillona prole. Estaban todos tan enloquecidos por la imagen de la tierra ausente, que me parece que hubiesen comido hierba con más entusiasmo que las bestias.

Finalmente se avistó la orilla; y vimos al acercarnos, una tierra magnifica, deslumbrante. Parecía que la música de la vida se desprendiese de ella en un vago murmullo y que de aquellas costas, ricas en todo tipo de verdor, se exhalara en varias lenguas un delicioso aroma de flores y de frutos.

Pronto cada uno estuvo alegre, abdicando todos de su mal humor. Todas las peleas fueron olvidadas, perdonados los errores recíprocos; los duelos concertados quedaron borrados de la memoria, y los rencores se desvanecieron como el humo.

Yo sólo estaba triste, inconcebiblemente triste. Parecido a un sacerdote  al que despojasen de su divinidad, no podía, sin una dolorosa amargura, desprenderse de aquel mar tan monstruosamente seductor, de aquel mar tan infinitamente variado en su infinita sencillez, y que parece contener en sí, al tiempo que representar con sus juegos, su porte, sus cóleras y sus sonrisas, los humores, agonías y extasis de cuantas almas han vivido, viven y vivirán.

Al decir adiós a aquella belleza incomparable, me sentía abatido hasta la muerte, por lo cual, cuando uno de mis compañeros dijo: «¡Por fin!», yo sólo pude gritar:»¡Ya!»

Pero era la tierra, la tierra con sus ruidos, sus pasiones, sus comodidades, sus fiestas; era una tierra rica y magnífica, llena de promesas, que nos enviaba un maravilloso perfume de rosas y de almizcle y de la que las músicas de la vida nos llegaban en amoroso murmullo.

CHARLES BAUDELAIRE. ¡YA!. EL «SPLEEN DE PARÍS» O LOS «PEQUEÑOS POEMAS EN PROSA»

Literatura. Charles Baudelaire. Baudelaire. Escritores. El Spleen de París

 

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Fotografía. Mindor ¡Embriáguense, embriáguense sin cesar!

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Fotografía. Paisaje. Mindor.

Mindor, estaba allí para realizar esta magnífica captura.

¡Y ahora!, al observar callados, la cautivadora imagen, rabiosa, de un cielo poderoso, allá en lo alto, (donde abajo, a menudo los hombres, lo miran poco), emocionante, voluptuosamente arrebatador, nos ofrece, impregna a cada uno de nosotros…, ¡No esperen más! Mas… Embriáguense

 

EMBRIÁGUENSE

Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: esta es la única cuestión.

Para no sentir el horrible peso del tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra,

Hay que embriagarse sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja,

En la soledad huraña de su cuarto,

La ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento,

A la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj,

A todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta,

A todo lo que habla, pregúntenle qué hora es;

Y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:

«¡Es hora de embriagarse!»

Para no ser los esclavos martirizados del tiempo,

¡Embriáguense, embriáguense sin cesar!

De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

 Charles Baudelaire

Fotografía. Mindor. Paisaje. ¡Embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

Fotografía. Paisaje. Mindor. Fotógrafos. Poesía. Charles Baudelaire. Embriáguense. Baudelaire.